La personalidad alternante o doble personalidad consiste en un trastorno mental por el cual una persona posee dos personalidades distintas. Es decir, tiene dos formas de ser diferentes que condicionan su forma de actuar.
Algo similar se le podría diagnosticar al sr. Maroto en su doble condición de alcalde de Vitoria-Gasteiz y parlamentario vasco. Al menos, en lo que se refiere al centro educativo Egibide y la incertidumbre que sobre su continuidad ha generado la intención del primer edil de suspender la aportación municipal al consorcio de formación profesional.
El pasado lunes tuve la ocasión de presenciar las dos intervenciones que sobre Egibide realizó el sr. Maroto. La primera, como alcalde, en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Denunciaba con tono bronco la discriminación a la que, según él, somete el Gobierno Vasco a Gasteiz y Araba en comparación con el trato que dispensa a la formación profesional concertada de Bizkaia y Gipuzkoa. Trataba de avivar así un discurso peligroso, falso e insensato.
La segunda intervención, esa misma mañana, como parlamentario vasco. Acudí a presenciar el debate sobre la financiación de Egibide. Allí, en un tono dulce y conciliador, el parlamentario Maroto agradecía las explicaciones “correctas” de la consejera e incluso aconsejaba sobre la necesidad de hacer pedagogía entre la ciudadanía gasteiztarra para que no tuvieran la sensación de sentirse discriminados. Reconocía el buen hacer del gobierno y la igualdad de trato a los diferentes centros concertados de formación profesional.
Efímeras palabras e intenciones. Duraron lo que tardó Maroto en atravesar las vías del tranvía de vuelta al Consistorio. Ya para entonces había retomado su primer “yo”, el del alcalde Maroto, el de los discursos peligrosos, falsos e insensatos.
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