Bajo el pretexto de limpiar el sistema de ayudas sociales de “jetas y defraudadores”, el alcalde Javier Maroto lleva sumiendo a la ciudadanía vitoriana en una peligrosa cruzada que, por la trayectoria del discurso del líder del PP, más tiene que ver con la búsqueda de réditos electorales para su sigla, que con una intención verdadera de aportar en positivo mejoras al sistema de protección social, modélico en la lucha contra la pobreza.
Sus últimas declaraciones, las de acusar de “cómplices de algunos jetas” a todos aquellos que no comulguen con su causa y su enrocamiento en defender lo indefendible, contra cualquier ética o mínimo sentido de la responsabilidad como máximo exponente de la ciudad, evidencian que al candidato Maroto lo que le interesa realmente es rascar un puñado de votos por encima de su tan querida bandera de Vitoria.
La última muestra de su afán electoralista, esta misma mañana: el alcalde Maroto ha abandonado sus responsabilidades en el Ayuntamiento para dedicar la jornada a abordar a la clientela de la Plaza de Abastos y pedirles apoyos para “Ayudas Más Justas”, esa plataforma supuestamente desligada del partido del candidato Maroto. Suma y sigue a la peligrosa espiral que Maroto y el PP activaron hace meses utilizando la inmigración como arma electoral.
Es ruin intentar utilizar las dramáticas situaciones y percepciones que la crisis ha dejado en muchos hogares de la ciudad para estigmatizar a un colectivo, ya marcado, y tildarlo de defraudador, vago e interesado solamente en recibir ayudas. Pero aún es más mezquino, que una vez creada una plataforma con la que seguir sustentado su estrategia electoralista y descubierto el escándalo de que el presidente de “Ayudas mas Justas” está siendo investigado por presuntos cobros indebidos del paro, el alcalde Maroto insista en defender lo indefendible… y que lo haga en nombre de todas y todos los vitorianos.
Maroto, al más puro estilo PP, genera una polémica, la alimenta desde sede institucional y la aviva estratégicamente desde una plataforma presidida por un afiliado de su partido. No sólo eso. Maroto se rasga las vestiduras arrogándose el papel de víctima, incluso una vez desacreditado su principal adalid en la lucha contra “los jetas”, precisamente por cometer, presuntamente, el mismo “delito” que persigue el PP por el bien de la ciudadanía.
Su credibilidad, la del candidato Maroto y sus compañeros de filas, está por los suelos. Habría que recordarle a quien pretende dar clases de ética los escandalosos casos de fraude y de financiación ilegal de su partido, financiación que por cierto, viene de fondos públicos. Solicitarle a Maroto un mínimo rubor por el descaro de su estrategia y demandarle que, como alcalde de Vitoria que es, resuelva problemas y trabaje por la cohesión social, se antoja una quimera, por que está claro que el candidato Maroto, no se sonroja.
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